Yo no estoy a favor de la gente. Ni estoy a favor de la máquina.
Yo no estoy a favor de la globalización. Pero tampoco a favor de la soledad.
Yo no estoy a favor de la Iglesia. Y tampoco a favor de Dios.
Yo no estoy a favor de la explotación del suelo y el consumo de animales. Ni estoy a favor de la desnutrición.
Yo no estoy a favor de la educación regalada. Ni a favor de la ignorancia.
Yo no estoy a favor de la explotación de personas. Ni a favor del desempleo.
Yo no estoy a favor de las monarquías. Pero tampoco a favor del comunismo.
Yo no estoy a favor de las marcas. Ni a favor de la supresión de bienes.
Yo no estoy a favor de la discriminación. Pero tampoco estoy a favor de que somos todos iguales.
Yo no estoy a favor de la pobreza. Ni tampoco de las riquezas.
Yo no estoy a favor de los lavados de cerebro. Pero, mucho menos, a favor de los cerebros vacíos.
Yo no estoy a favor del hambre. Pero tampoco estoy a favor de las milanesas para todos.
Yo no estoy a favor del analfabetismo. Ni estoy a favor de la educación programada.
Yo no estoy a favor del feminismo. Y tampoco a favor de la esclavitud encubierta en un voto.
Yo no estoy a favor de la revolución indiscriminada. Ni estoy a favor del apaciguamiento.
Yo no estoy a favor del egoísmo. Ni tampoco a favor de que haya gente que necesite solidaridad ajena.
Yo no estoy a favor de la desigualdad social. Ni tampoco estoy a favor del facilismo.
Yo estoy a favor de la Voluntad de Poder.
Yo estoy a favor Mío. Y también estoy a favor de todos.