"Aquellos que fueron vistos bailando eran considerados locos por aquellos que no podian escuchar la musica" F.N.

7.17.2012

Y entonces, ¿quién manda?




Luchar contra el azar de los momentos, 
sabiendo que aunque de ellos seamos dueños, 
nos escapa el poder de acomodar el tiempo.
Reducir nuestra totalidad a milésimas de segundos, 
sabiendo que el pasado ya no está, el futuro es incierto, y el hoy acaba de terminar.
Que lo que elegimos ahora ¿porqué no lo hicimos antes?
que éste es el futuro que hoy queremos y que ayer lo hubiésemos deshecho.
Creer tener el control, aunque lo que una vez quisimos hoy se trastocó.


Frente al espejo de las decisiones, extrañar un tiempo que no fue, 
sabiendo que no va a ser. Creyendo que es lo mejor.
Mirar con ternura el tiempo que es ahora, alzarse ante lo que es, 
sabiendo que tras otro pasado no sería.
Confiar en el destino y ponerle sabiduría, 
sabiendo que otro hubiese sido sabio también.
Desconfiar del futuro aún confiando en que algún día lo entenderías,
sabiendo que es lo único que toca hacer.
Agradecer el pasado que esperó disperso un tiempo,
sabiendo que la espera trajo una explosión del cúmulo de aquello en un momento.


Ya no saber si en esto es sabio uno o el destino, 
ignorando hacia que lado toma el futuro partido.
Y sí el sabio es uno, dejar de ver opciones, crear sí un camino.
Pero sí fuese el destino, ver caer aquello en tu mente seguro, al fondo de un abismo.
Que sí es así la espera entonces fue cosa tuya, 
pero que el hoy es hoy porque después ya no podría ser.
Si el destino es sabio, de alguna manera iba a hacer suceder.


Al fin y al cabo dilatamos el tiempo con momentos atrofiados,
sabiendo aceptarlo hasta el punto del miedo a ya no poder alargarlo.


Sabiendo que el destino es quién termina sabiendo.